Con una sociedad cada vez más madura en términos etarios, nuestro país ha dado una clara señal de esta tendencia. Según la tercera encuesta de microemprendimiento, elaborado por la división de estudios del Ministerio de Economía (EME 2013), la mayoría de los nuevos proyectos en Chile son liderados por personas que superan los 40 años de edad (un 79% del total de emprendedores), principalmente hombres entre 45 y 64 años (53,1%).
Un sector importante, que para dicha cartera, “genera más empleos y mejores condiciones laborales, impactando fuertemente nuestra economía. Esto, dado a que representan casi el 90% del total de empleos generados por los emprendimientos, contratando a su vez, casi el doble de trabajadores que el resto”.
Pero ¿por qué emprender después de los 40? José Ernesto Amorós, director de Investigación de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad del Desarrollo (UDD), atribuye dicho fenómeno a cambios demográficos que está viviendo el país. Menciona la inversión que está teniendo nuestra pirámide de población, lo cual “implica que muchos adultos sigan activos laboralmente, con un mayor tiempo para incursionar en emprendimientos”. Agrega además, factores socioculturales como el relevar la empleabilidad más que el emprendimiento. “Pese a que está cambiando, lo anterior provoca que la gente joven busque un empleo dependiente y posteriormente con algo de experiencia decide emprender con mayor edad”, precisa el académico.
A ello, Nils Galdo, general manager de Inversur Capital, encausa esta tendencia a que muchas personas que ya tocaron techo laboralmente dentro de su organización , hoy buscan tener la oportunidad de formar su propia actividad. “El emprendedor mayor de 40 años y que en su mayoría viene del mundo corporativo, aprovecha sus extensas redes de contacto más su larga experiencia a la hora de hacer networking o para encontrar posibles socios”, agrega.
Un factor que le valió gran parte de su éxito a Clemente Canales, quien adjudica su logro a las buenas conexiones. “Junto a mis redes, me benefició el contar con un buen capital propio. Tengo hoy un colchón que me permite seguir invirtiendo en mi proyecto”, expresa, reconociendo también la energía demostrada por su equipo de trabajo cuyo promedio de edad no supera los 30 años. “Ellos, han aportado sus conocimientos más avanzados en tecnología y aplicaciones, lo que ha ayudado al posicionamiento de mi empresa”, asegura.